
“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios” (1Corintios 4:1)
Solo cuando conocemos el plan de Dios para nuestras vidas podemos ver con claridad que tan centrados o desfasados podemos estar con respecto de lo que Él quiere hacer en nosotros y nuestras familias; por lo tanto, se hace necesario tomar la decisión de revisarnos bajo su luz. Teniendo ya nuestro diagnostico estamos listos para poder planear, teniendo en cuenta las cosas a corregir y a implementar, para no fallar en las mismas cosas.
Es necesario aclarar que, en este proceso, de lograr el plan establecido por Dios para nuestras familias y además el de ser fieles administradores de todos los talentos que se nos han confiado; no estamos solos, sino que la preciosa guía del Espíritu Santo nos genera seguridad y nos garantiza que vamos hacia la Victoria.
Recordemos las cuatro etapas en el proceso de administrar:
- Planificar: pensar anticipadamente lo que queremos hacer y determinar un curso de acción.
- Organizar: estructurar actividades y personas que nos colaboren, para lograr los objetivos.
- Dirigir: Consiste en hacer que las personas tomen acción efectiva.
- Controlar: Es asegurarse de que la ejecución se ajuste al plan previamente establecido.
Solo las promesas de Dios permanecen para siempre. Isaías 32:17-18NVI